10.4.20


Las Pandemias y la Ciencia Ficción
Desde que comenzó esta pandemia, más de une admitió  que la literatura muchas veces tuvo un carácter anticipatorio. Aparecieron referencias a La peste, de Albert Camus;  Farenheint 451 se convirtió en tendencia en Twitter, el 20 de marzo en Argentina. Se sumaron  ensayos y análisis de filmes desde King Kong a la Naranja Mecánica. También, notas recomendando películas de virus y epidemias, que la mayor empresa de streaming sabe utilizar para mantenernos conectados a su pantalla.
 “La obra de ficción es una pila radioactiva de proyecciones-identificaciones”, decía Edgar Morín, en el Cine y el Hombre imaginario. Y en esto, el género Ciencia Ficción, posee particularidades privilegiadas en la configuración de identificar acontecimientos no ocurridos pero que podrían ocurrir como así también de proyectar un mañana que en sus escenarios se presentan apocalípticos, post apocalípticos y  casi siempre distópicos. 
Asimismo, otra particularidad que hace interesante a las obras de Ciencia Ficción, más aún en tiempos de Coronavirus, es su capacidad para elaborar fantasmas que siempre se encuentran en relación con el contexto de  su producción.
Si hacemos un recorrido por Soy Leyenda, escrita por el genial Richard Matheson y publicada en 1954, en pleno contexto de la Guerra Fría a las adaptaciones cinematográficas que sufrió la obra en tres décadas diferentes podríamos distinguir los miedos que sobrevolaron el cielo, al menos el estadunidense, en  cada una de ellas. Ya sea en las causas que ocasionan el fin de la humanidad, la caracterización de su personaje principal, el único hombre vivo que queda sobre la faz de la tierra y los distintos finales.
Soy Leyenda hacia la pantalla grande
En la novela de Matheson (1954) la causa que introduce el mal es una bacteria  proveniente de los bombardeos de una supuesta guerra en la que participa Estados Unidos que desata tormentas de arena y aluviones de mosquitos, el único sobreviviente que ha quedado es un hombre común que se vale de bibliotecas para buscar la cura y su supervivencia se debe a que fue mordido por un murciélago que lo inmunizó. La humanidad se ha convertido en vampiros y están sedientos ese único hombre vivo. El deseo de vivir se presenta como una incógnita, con tensión entre la pretensión de conocimiento y la ineficacia del mismo, con un constante devaneo entre la ciencia y las creencias sobre vampiros, en su versión más tradicional. A través de la aparición de una mujer, que siempre nos recuerda a la pareja primitiva, el protagonista se anoticia, y con èl lxs lectorxs, de la existencia de una sociedad de infectados, que gracias a una píldora no son vampiros pero que quieren terminar con ellos y con el hombre vivo como vestigio de un pasado desencantado; junto al augurio de un nuevo orden donde la humanidad tal como la conocemos es leyenda.
La primera adaptación cinematográfica de Soy Leyenda, se realizó diez años después de la publicación del libro.  En un principio el propio Matheson participó del guión, pero luego de que el mismo debiera ser reescrito por presiones de la productora apareció en los títulos con un  seudónimo.  Bajo el título de “El último hombre vivo” tuvo dos versiones, una italiana dirigida por Ubaldo Ragona y la norteamericana protagonizada por Vincent Price. Aquí,  el virus proveniente de Europa  y viaja por el aire; pero el único hombre vivo que ha quedado, es un hombre de ciencia, con una fe incondicional en ella, que ya estaba investigando los  orígenes de la pandemia y que finalmente logra con su sangre salvar a la humanidad.
En 1971, aparece la segunda adaptación de Soy Leyenda al cine, estrenada bajo el título The omega man  y traducida como La última esperanza, dirigida por Boris sagal y protagonizada por Charlton Heston. La pandemia es desatada, en esta versión, por ataques bacteriológicos provocados por una guerra entre China y la Unión Soviética. En estos primeros setentas, con el fantasma de las guerrillas urbanas, no solo ha sobrevivido un hombre, que si en la primera adaptación era científico ahora además es militar, sino también unos individuos que se llaman a sí mismos La familia, y que la enfermedad les causó una extraña fotosensibilidad.
 El único hombre vivo, había preparado a tiempo una vacuna que se inyectó y le salvó de la muerte y con ella logra salvar a los más jóvenes. No sin antes lidiar con los infectados que quieren acabar con todo aquello relacionado con la ciencia y la tecnología. Aquí, la industria hollywoodense metió los temores para venderlos en la  lata económica de películas clase B. con un final  burdamente épico y redencioncita.
En el 2007, llega un éxito de taquilla con la última adaptación de Soy Leyenda a la pantalla grande. Esta vez, será Will Smith quién encarnará al último hombre vivo, un médico especialista en virus del Ejército de Estados Unidos, que  sobrelleva su soledad con rutinas de higiene y salud personal, alejándose  así de un Vincent Price fumador o el Charlton Heston bebedor y agrio. En esta versión, la causa de la muerte de la humanidad es la mutación de un virus modificado genéticamente para la curación del Cancer. El personaje, que buscará incasablemente trasmitir su inmunidad es acechado por los vampiros mutados a zombis, que no son más que simbología de una humanidad errante y peligrosa.
Las versiones fílmicas alivianan la angustia de la obra literaria con la salvación de la humanidad y su tinte redencionista.  Cada una está marcada a fuego por el contexto político y  todas, con mucha o poca producción, con más o menos alegorías directas, dejan traslucir la  crisis en la fe del progreso que comenzó con la segunda Guerra Mundial. Dan, así también,  un aviso sobre la finitud de la vida que no siempre queremos ver y las catástrofes que podrían avecinarse.
Las ciudades, hoy, con sus calles vacías nos llevan un poco al mundo post apocalíptico  ideado por Matheson y nada sabemos cómo eran esas comunidades ficcionales que resurgían de las ruinas. El futuro, mal que nos pese, ha sido siempre imprevisible. Es momento, quizás,  de dejar de esperar  a que un único hombre, redentor y héroe,  muera para salvarnos  y en solitario nos ampare de las catástrofes. Más sensato es sospechar de los mitos que sustentan las estrellas hollywoodenses del cine y que cuando la industria cinematográfica se apodera de un tema para explotarlo comercialmente es porque eso ya está en circulación, alimentando lo imaginario y lo real.