27.9.06

El turismo y la búsqueda de experiencia

Hoy 27 de septiembre es el Día del Turismo, declarado por la OMT _ Organización Mundial del Turismo-. Como señala el texto en el portal de UNESCO: “No hace falta probar la afirmación de que el turismo puede ser tanto el mejor amigo como el peor enemigo del desarrollo. Habida cuenta del peso económico de la industria turística - actualmente considerada como la más importante del mundo, por delante de la industria del automóvil y la industria química - hay que prestar gran atención a este fenómeno con aspectos múltiples y consecuencias planetarias. Los efectos del turismo son tales, que hacen falta absolutamente estrategias innovadores para sentar las bases de unas verdaderas políticas internacionales, regionales y locales.” En nuestro país ocurren hechos en torno al fenómeno del turismo que logran sacar del letargo al asombro, al menos un rato. Por un lado, el peligro de contaminación ambiental que sufren muchas poblaciones que del día a la mañana experimentan una avalancha de turistas. Mi amiga Caro – gran conocedora de la tierra salteña- me hablaba de Iruya y de sus ganas de visitarlo cuando en un Seminario sobre Patrimonio Cultural, Ma. Del Reigadas – antropóloga – nos alertaba sobre lo que los peligros de contaminación ambiental que podría estar sufriendo aquella población debido a la explosión turística que está viviendo. Otro de los fenómenos del turismo que asombra son los tours por las zonas pobres o también el turismo piquetero, o sea, aquella práctica de algunos jóvenes europeos que vienen a nuestro país para vivir un tiempo junto a alguna familia integrante de una organización de piqueteros, participa de las marchas y experimenta “ser parte”, de manera transitoria. Tanto el descubrimiento del potencial turístico de las poblaciones del NOA como los paseos por las villas provoca un escenificación de la vida, como para un programa de Tv se monta un espectáculo con uso estratégico de ropas, adornos y ambientes, preparados para los visitantes. Hay mucho escrito y mucho por escribir y estudiar en torno al turismo pues desencadena cuestiones ecológicas, culturales, antropológicas, artísticas, económicas, laborales, etc, etc. A priori, lo rescatamos a Z. Bauman quien, en un espectacular texto titulado “De peregrino a turista, o una breve historia de la identidad”, ve en la figura del “turista”, junto a la del “paseante”, a la del “vagabundo” y a la del “jugador” la metáfora de la estrategia posmoderna; así como la figura del peregrino era la metáfora más adecuada de la modernidad porque alude a una visión de la vida justamente como peregrinaje, donde se avanza hacia y por lo tanto hay un atrás hay una dirección y hay que avanzar pues la verdad está siempre en otra parte. En cambio, en la posmodernidad, desordenada e incoherente, el turista al igual que el vagabundo que antaño habitaban los márgenes de la acción han pasado al centro, están en movimiento, están en todos los lugares pero en ningún lugar es del lugar. A diferencia del vagabundo “el turista se mueve con una finalidad (o eso cree). Sus movimientos son ante todo ‘ a fin de’ y solo secundariamente ( en el mejor de los casos) ‘ debido a ‘. La finalidad es una nueva experiencia, el turista es un buscador consciente y sistemático de experiencia, de una nueva y diferente experiencia, de la experiencia de la diferencia y la novedad, cuando los gozos de lo conocido se desgastan y dejan de atraer. Los turistas quieren sumergirse en un extraño y curioso elemento(...) con la condición, sin embargo, de que no se pegue a la piel y, en consecuencia, puedan desprenderse de él cuando lo deseen.(...) En el mundo del turista, lo extraño está domado, domesticado y ya no asusta; las conmociones se incluyen en el mismo paquete que la seguridad. Esto hace que el mundo parezca infinitamente amable, obediente a los deseos y caprchos del turista, dispuesto a complacer; pero también un mundo “hágalo usted mismo”, agradable, flexible, amasado por el deseo del turista y rehecho con un solo objetivo en mente: estimular, complacer y divertir.(...) El mundo del turista está total y exclusivamente estructurado por criterios estéticos (...) a diferencia de lo que sucede en la vida del vagabundo.”[1] Las figuras antes mencionadas que componen la metáfora de la posmodernidad conviven, no se excluyen entre sí y no se eligen. En palabras de Bauman: “cada tipo trasmite sólo una parte de la historia que nunca integra en una totalidad (su totalidad es nada más que la suma de sus parte). En el coro posmoderno, los cuatro tipos cantan, a veces en armonía, aunque con mayor frecuencia el resultado sea la cacofonía”. Volveremos sobre este y otros trabajos de Bauman en próximas notas. [1] Z. BAUMAN. Cáp. 2. DE PEREGRINO A TURISTA, O UNA BREVE HISTORIA DE LA IDENTIDAD. En “CUESTIONES DE IDENTIDAD CULTURAL”. Compiladores: STUART HALL Y PAUL DU GAY. Amorrortu editores. Buenos Aires – Madrid.
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