9.10.06

Objetos: algo sobre la historia del semáforo

Pararse a esperar que la luz se ponga en verde para cruzar la calle es una cuestión tan obvia que nadie se pregunta cómo ese semáforo comenzó a formar parte del paisaje urbano, aunque muchas veces nos encontramos pensando en ellos: acá debería haber semáforos o acá no debería haber semáforos; o bien, cuando el semáforo no está sincronizado y debemos frenar en cada esquina (conocida como onda verde) o cuando enseñamos a nuestros niños el significado de cada color.

El semáforo forma parte de nuestro pasar por la ciudad y le confiere ritmo.

Los semáforos se instalan para regular la circulación de los vehículos y de los peatones.

La palabra semáforo es de origen griego, deriva de “sema”: señales y “phorus”: llevar; entonces un semáforo lleva señales.

El semáforo es un invento Americano; es un dispositivo eléctrico o mecánico que regula el flujo de vehículos y peatones en las intersecciones de caminos.

No se han modificado demasiado con el transcurrir de los años pero han ido teniendo variables: semáforos con botones para ser pulsados por el peatón, semáforos con cámaras fotográficas para multar a los infractores, semáforos para no videntes.

La última innovación en materia de semáforos es invento argentino: “Después de la birome, el colectivo y el dulce de leche, los inventores argentinos parecen empeñados en seguir buscando el objeto simple que solucione las cuestiones más complejas. Así, al menos, lo demuestra la experiencia del platense Gustavo Martín, un ingeniero electrónico que construyó un semáforo que, además de cambiar los colores tradicionales, marca el tiempo que falta para cada luz y le dice al automovilista -voz electrónica mediante- cuando debe avanzar y cuando detenerse. La invención, que fue premiada en la exposición de inventos más importantes del mundo (realizada Ginebra, Suiza), nació a partir de una idea de Héctor Rojas, un jubilado de capital federal. Pero para poder llevarla a la práctica se necesitó del trabajo de Martín, que durante tres años estuvo trabajando intensamente para dejar al semáforo en óptimas condiciones técnicas".[1]

La historia del semáforo data de 1914. El 4 de agosto de ese año se instaló en Estados Unidos, en Cleveland. Gestionaba el tráfico entre la avenida Euclid y la calle 105 Este. Contaba con luces rojas y verdes, colocadas sobre unos soportes con forma de brazo. Además, incorporaba un emisor de zumbidos. Su antecedente eran unas luces de tránsito que se habían instalado en el exterior del parlamento británico de Westminster. Obra del ingeniero J.P. Knight, especialista en señales de ferrocarril.

Parecía una señal de ferrocarril y sólo usaba las luces de gas rojas y verdes por la noche. Dos zumbidos señalaban que el tráfico que podía avanzar era el de la avenida y un sólo zumbido indicaba que era el tráfico de la calle 105. No tuvo una larga existencia dado un desafortunado accidente que provocó que explotase matando a un policía. Hasta la invención del automóvil no fue necesario, y fue sólo entonces cuando se retomó su desarrollo. [2]

En Argentina, en 1960, se instalan a modo de prueba 10 semáforos en la ciudad de Buenos Aires. Los primeros controladores totalmente electrónicos fabricados en Argentina los realizó la empresa Penta, de Bahía Blanca, a mediados de 1976.

Existen metodologías y normas para el diseño de semáforos tales como: - Diseño operativo,- Instalaciones y materiales,- Equipos controladores.

Una vez decidida la instalación de semáforos, se realiza el diseño operativo, definiéndose la elección del diseño de fases (movimientos que tienen derecho simultáneamente) y la duración de las instalaciones o cálculo de Planes de Regulación (Ciclo, reparto para cada fase y tiempos de sincronismo).

El cálculo de planes depende de la demanda (flujos: los que varían según la estación del año, el tipo y hora del día) y la oferta, o sea la capacidad de las vías.

Cuando existen semáforos cercanos entre sí, debe plantearse una estrategia de control de red. Lo anterior apunta a optimizar el funcionamiento global del área de tránsito, más que de intersecciones particulares.

Otra empresa que se ha dedicado a la venta e instalación de semáforos en la Argentina es Thopeck, de la ciudad de Rosario propiedad de Antonio FENOSA. La empresa nació a fines de 1959 con la instalación de semáforos en "gran parte del país". En 1978 comenzó la relación con la Municipalidad de Rosario y llegó a vender hasta en Japón. En el 99` comenzó la debacle a partir de que fue separada de un proceso licitatorio local. Dicho empresario recordó que en aquel momento la firma "había sacado la máxima calificación técnica", pero luego la Municipalidad no aceptó abrir el sobre con la propuesta económica "y le exigió al Banco Municipal que evaluara los últimos balances financieros de la empresa". Ese análisis dejó fuera a Thopeck, por lo que el municipio le terminó adjudicando el servicio a la actual prestadora, la española Sainco.[3]

Los problemas de licitaciones en los ámbitos municipales no son los únicos que se generan en torno a los semáforos. Al estar esta tecnología íntimamente ligada a la seguridad de los ciudadanos, es fuente de demanda por parte de éstos o es parte de proyectos gubernamentales que pretenden solucionar con la instalación de semáforos los problemas ocasionados con el tránsito lo cuales están con relación a la protección y el respeto por la vida.

Otro tipo de conflicto también se generan en el momento de su instalación, y responde a un cruce de diferentes saberes entre técnicos y los gestores de ordenanzas municipales.

De mismo modo que Francisco Lienur, en “El umbral de la Metrópolis” señala sobre la electricidad en la ciudad, las interrupciones de los semáforos o “las variaciones bruscas desarticulan los procesos que de ella dependen”.

Una curiosidad en el mundo de los semáforos la dio Alemania: en el país europeo, inauguraron un nuevo diseño para la figura que aparece en las luces de cruce: es una mujer, con pollera y cabello atado con dos colitas. Los semáforos de Alemania han comenzado a cambiar la figura que da la luz a los peatones: ahora, los alemanes podrán cruzar al fijarse en la luz verde con un figura femenina en vez de masculina. La novedad surgió luego de que una compañía diseñara una nueva figura, con pollera y cabellos atados en dos colitas, para las luces de cruce. Así, los peatones alemanes tendrán el paso habilitado por una graciosa figura de mujer, aunque la capital, Berlín, y otras localidades, continuarán con el tradicional semáforo.

Su compañero, el hombrecito del semáforo, monigote en verde y rojo, adquirió fama en Alemania; se volvió símbolo de identificación y artículo de marca.

Para los alemanes, este hombrecito con sombrero, heredado de la ex República Democrática Alemana, es mucho más que un simple regulador del tráfico. La historia de los señoriítos que habitan el semáforo es del tiempo de la división alemana. ( + info)

En un capítulo de la famosa serie infantil mexicana “El Chavo”, el personaje “la Chilindrina “ dice que: “ la metáfora es la esposa del semáforo”.

Y muchísimas veces metáforas y semáforos van de la mano tal esposos. Y es que el semáforo ha servido para decir muchas cosas. La expresión “hacer semáforo” en la jerga de la calle designa trabajar limpiando vidrios o haciendo malabares entre luz y luz; son los colores lo que marcan el ritmo de trabajo y la solidaridad de los automovilistas el pago de la jornada laboral. 

No hay comentarios.: