21.4.11

La monstruosidad en la novela "Soy Leyenda" de Richard Matheson.




Breve introducción a la obra literaria.
 Soy Leyenda es el título de una novela de Richard Matheson publicada en 1954 que trata sobre el último hombre vivo en el planeta tierra. Esta obra logra caracterizar al personaje principal con la compleja mezcla de virtudes y miserias, muestra los sucesos internos de un protagonista que debe "sobrevivir", lidiar con la soledad y con el acecho; en un mundo donde toda la humanidad, excepto él, se ha convertido en vampiros producto de una epidemia. Por lo tanto, abunda en la novela el monólogo, el monólogo interior, como asimismo, las retrospectivas donde la secuencia cronológica se altera mediante la evocación del pasado por parte del protagonista y sirve para explicar al lector los hechos acaecidos que llevaron al estado apocalíptico del mundo en Soy Leyenda, y sobre la vida del personaje previamente. La novela se encuentra fragmentada cronológicamente en cuatro partes -divididos a su vez en capítulos numerados- que sitúan el relato en el futuro: I) - Enero de 1976; II) Marzo de 1976 ; III) Junio de 1978; y IV)- Enero 1979. Se deduce de ello que la novela transcurre en tres años y que el autor figuró un futuro catastrófico para la humanidad para las siguientes dos décadas aproximadamente en las que escribió; lo cual lleva a preguntarse sobre el contexto histórico en el que fue plasmado el texto.  
Ciencia + Ficción
Se ubica a Soy Leyenda como una obra del género literario de Ciencia Ficción; y como bien señala Nazareno Brega , en la oración que da comienzo a su artículo sobre la última adaptación cinematográfica de Soy Leyenda en el 2007 ,:"la ciencia ficción y el terror son dos géneros - tanto en el cine como en la literatura - que siempre estuvieron marcados a fuego por la coyuntura política del momento". . Dada que la obra en cuestión fue escrita durante el Macarthismo, y aunque Richard Matheson no figure en las listas negras, el tratamiento que el autor realiza de la alteridad, o sea de esos Otros convertidos en "monstruos" puede interpretarse como una defensa a los perseguidos, sean estos "los comunistas" del momento o extenderse a los pobres, los negros, o cualquier población que sufra persecución y / o exclusión. El personaje literario Robert Neville, el último hombre vivo "normal" expresa: "(…) esbozaré las bases de mi tesis: los vampiros son víctimas de un prejuicio. La clave de todo prejuicio minoritario es ésta: se los desprecia porque se los teme, por lo tanto… Neville bebió largamente. Una vez en la noche medieval, el vampiro había sido muy poderoso, y enormemente temido. Se lo había considerado anatema, y todavía lo era. La sociedad lo perseguía sin descanso. ¿Pero son sus necesidades más sorprendentes que las necesidades de otros animales y hombres? Realmente, mira en tu alma, ¿es el vampiro tan malo? Solo bebe sangre. ¿Porqué entonces ese juicio malévolo, esa condena insensata? ¿Porqué el vampiro no podía elegir su vivienda? ¿Por qué debía ocultarse? ¿Porqué exterminarlos? Ah ya ves, has convertido al desamparado inocente en un animal perseguido. El vampiro carece de medios de subsistencia, no puede educarse. Se le niega el derecho a voto. No es raro que deba arrastrar una existencia nocturna y predatoria. Neville dejó escapar un gruñido. Claro, claro, pero no permitiría que mi hermana se casase con uno. " La interpretación en relación al contexto histórico se hace menos dudosa en su correspondencia a la Guerra Fría, dada que las causas que origina la epidemia son producto de una guerra bacteriológica. En el primer capítulo de la segunda parte, Neville evoca el pasado y ofrece al lector información sobre su vida familiar con su mujer Virginia y su hija Kathy y, particularmente, sobre de los orígenes del fin de la humanidad. "Aquella noche, hacia tiempo, había habido una tormenta de arena. (…) Neville había pasado la mitad de la noche despierto, tratando de oír la pesada respiración de Virginia, pero solo se oían los chillidos y chirridos de la tormenta. Durante un rato, suspendido entre el sueño y la vigilia, había llegado a sentir que unas ruedas gigantescas trituraban la casa y unas monstruosas superficies abrasivas estremecían el esqueleto. No podía acostumbrase a las tormentas de arena, a aquel sonido sibilante de los torbellinos. Cuando llegaban, apenas dormía, y al día siguiente iba a la fábrica con el cuerpo y la mente entumecidos. (…) (…) Me gustaría saber qué es esto- dijo Virginia -. La mitad de la gente del barrio tiene lo mismo y tú dices que en la fábrica falta la mayor parte del personal. - Quizás se trate de un virus. - No sé. - Entre las tormentas, y los mosquitos, y casi todos enfermos, la vida está haciéndose difícil - dijo Neville sirviéndose un zumo de naranja de una botella-. Es cosa del diablo. En el zumo de naranja había una mota negra. - Nunca sabré como entran en la refrigeradora - comentó Neville. (…) (…)La mujer movió débilmente una mano ante su cara. - Un mosquito - dijo con una mueca. Neville se acercó y luego de un momento lo aplastó al mosquito entre las palmas. - Mosquitos - dijo Virginia-. Moscas. Moscas de arena. - Entramos en la edad de los insectos - dijo Neville. - No me gusta -continuó Virginia - . Traen pestes. (…) - No creo que ese insecticida sirva - dijo Virginia. - ¿No? - No.(…) - Espero que no estemos alimentando una raza de superbichos - dijo Neville-. ¿Recuerdas aquellos saltamontes gigantes que encontraron en Colorado? - Sí. - Quizás los insectos eran… ¿cómo los llaman? Mutantes. - ¿Qué es eso? - Oh, significa que…cambian. De pronto. Evolucionan saltando fases intermedias, y hasta quizás desarrollándose como nunca lo harían si no fuese por… Silencio. - ¿Los bombardeos? - preguntó la mujer. - Quizás. - Bueno, provocan las tormentas. Y quizás otras cosas. Virginia suspiró cansadamente y sacudió la cabeza. - Y dicen que ganamos la guerra - dijo. - Nadie la ganó. - Los mosquitos la ganaron. Neville sonrió débilmente. - Me parece que sí - dijo. (…) Se llevaba la taza de café a la boca cuando Virginia le preguntó si había traído el periódico la noche anterior. - Está en la sala - dijo Neville. - ¿Algo nuevo? - No. Lo mismo de siempre. Ha invadido todo el país, un poco aquí, otro poco allá. No han descubierto el germen todavía. Virginia se mordió el labio inferior. - ¿Nadie sabe qué es? - Lo dudo. Si alguien lo supiese, ya lo habrían dicho. - Pero deben tener alguna idea. - Todos tienen alguna idea. - ¿Qué dicen? Neville se encogió de hombros. - Todo, empezando por la guerra bacteriológica. - ¿Puede ser eso? - ¿Guerra bacteriológica? - Sí. - La guerra ha terminado - dijo Neville. - Bob - dijo Virginia de pronto - ¿Crees que debes ir a trabajar? Neville sonrió abriendo los brazos. - ¿Qué otra cosa me queda? - preguntó- Tenemos que comer. - Ya sé, pero… Neville se estiró sobre la mesa y tomó la mano de su mujer. Estaba muy fría. - Todo irá bien, querida - dijo. - ¿Mando a Kathy a la escuela? - Sí no te preocupes. Mientras las autoridades sanitarias no ordenen cerrar las escuelas, no hay motivo para dejarla en casa. No está enferma. (…) Este pasaje no solo evoca la paranoia reinante de la época en que fue escrita la novela, producto de la amenaza constante de una guerra nuclear, sino también pone de manifiesto una visión sobre la información mediática. Richard Matheson, en Soy Leyenda retoma la literatura sobre vampiros pero desde un modo original, dado que la humanidad convertida en vampiros (que no son aristocráticos, ni buscan clavar colmillos para extraer sangre sino que tan solo rechazan el ajo, mueren con estacas en el corazón, y son fotosensibles) es producto de una epidemia, lo que le otorga una clave para hacer debatir a su personaje con la ciencia. De este modo, el último hombre vivo se pregunta "razonablemente" la existencia de los vampiros aunque su evidencia se ha tornado ineludible. Robert Neville, en su soledad, busca la literatura sobre vampiros y dice: " Y antes de que la ciencia hubiese destruido la leyenda, la leyenda había devorado la ciencia y todo lo demás". Y más adelante, el protagonista acude a una biblioteca y piensa: "Restos de inteligencia de un planeta, migajas de mentes fútiles, potpurrí de sistemas incapaces de impedir la muerte del hombre". De este modo, se puede alegar, que valiéndose de la leyenda sobre vampiros el autor establece una crítica a la ciencia de occidente. En palabras de Edgar Morin, el paradigma cartesiano instaura las relaciones primordiales que constituyen los axiomas, determina los conceptos, impone los discursos y / o las teorías, organiza la organización de los mismo (…). `El gran paradigma de occidente` formulado por Descartes e impuesto a los desarrollos de la historia europea desde el siglo XVII separa al sujeto del objeto con una esfera propia para cada uno: la filosofía y la investigación reflexiva, por un lado, la ciencia y la investigación objetiva, por el otro. (…) Se trata perfectamente de un paradigma: él determina los Conceptos soberanos y prescribe la relación lógica: la disyunción. La no- obediencia a esta disyunción solo puede ser clandestina, marginada, desviada. " Considerando esta afirmación de Morin de que la no obediencia solo puede ser oculta o recóndita, - diremos aquí- se considera que la literatura, así como otras expresiones artísticas como la pintura, la fotografía o el cine dicen lo que no podrían ser dicho de otro modo; o sea, visiones del mundo que encuentran una forma en el arte para poder comunicar su contenido. Es oportuno el miramiento de J. G Ballard que expresa: "Creo con firmeza que la Ciencia Ficción, considerada a menudo un mero retoño, es al contario la principal tradición de una respuesta de la imaginación frente a la ciencia y la tecnología. (…) No parece haber mejor género equipado que la ciencia ficción para explotar este inmenso continente de lo posible. Ninguna otra forma narrativa dispone de un repertorio de imágenes e ideas adecuadas para tratar el presente y mucho menos el porvenir. La característica dominante de la novela moderna es su preocupación por el aislamiento del individuo, la atmósfera de introspección y alienación, un estado mental que se presenta siempre como si fuera la marca distintiva del siglo XX " Y Richard Matheson parece haberlo entendido y así ha dejado en su novela a un a un solo hombre que expresa los avatares de la supervivencia. La novela se ejecuta en una serie de oposiciones binarias, en categorías de espacio - tiempo: - interior de la casa (único refugio del personaje) en la noche donde es acechado por los monstruos en contraposición a: - el exterior de la ciudad desolada (Los Ángeles) de día donde el último hombre vivo persigue a los monstruos. A ello se suman las alternancias cronológicas al pasado (flash back) en el que ocurrieron los hechos y el presente del personaje. En ese presente, Robert Neville debe luchar por sobrevivir, el único motivo que le brinda esperanza es encontrar la cura a la monstruosidad y así reestablecer el mundo que conoció. De este modo, transita por el placer y la angustia de la investigación. Este engranaje de oposiciones binarias parece convertirse en un juego de formas que le son útiles al autor para mostrar un personaje que no se escinde entre lo uno o lo otro, tal como operan las disyunciones del paradigma cartesiano, a saber: Sujeto/ Objeto Alma/ Cuerpo Espíritu/ Materia Calidad/ Cantidad Finalidad/ Causalidad Sentimiento/ Razón Libertad/ Determinismo Existencia/ Esencia Por el contrario, el personaje padece una crisis ontológica de la ciencia que ha descartado la imaginería sobre vampiros, a la cual recurre mediante un sentimiento esperanzador tratando de encontrar entes racionales que lo ayuden a salvar a la humanidad puesto que le es absurdo vivir. "Otra vez el impenetrable enigma de su deseo de vivir. Podía ahora entretenerse con algunos experimentos, pero la vida era aún un camino estéril y sin sentido. A pesar de lo que tenía, o podía tener (excepto, por supuesto, compañía humana), aquella vida no podía mejorar, ni siquiera cambiar. Viviría siempre como hasta ahora. ¿Durante cuantos años? Treinta, quizás cuarenta, si no se mataba bebiendo. (…) Allí estaba , sin futuro y virtualmente sin presente. Todavía en la brecha. ¿Instinto? ¿Estupidez? ¿Exceso de imaginación? ¿Por qué no se había suicidado en un principio cuando estaba en lo hondo?(…) ¿Era la vida algo más que palabras, una potencia tangible que gobernaba la conciencia? ¿Intentaba la naturaleza, de algún modo, sobrevivir en él? No había respuesta (…) (…) En ese momento sentía la desesperada necesidad de creer en un Dios protector. Aunque, en cualquier momento, comenzaría a burlarse de sí mismo.(…)" Se advierte en este pasaje el trasfondo filosófico de la obra que apela a la duda mediante la incógnita sobre qué es la vida, sobre la conciencia de finitud de ésta, sobre las decisiones que se deben tomar por lo tanto y considerando la inexistencia de un Dios.
Los otros monstruosos:
Robert Neville delibera cuán diferente es de "los otros". Michel Foucault preguntándose qué es el monstruo en una tradición a la vez jurídica y científica, responde que desde la Edad Media hasta el siglo XVIII es esencialmente la mezcla de del reino animal y del reino humano, pero agrega luego, no es únicamente eso lo que constituye al monstruo sino que para que haya monstruosidad "es preciso que esa transgresión del límite natural, esa transgresión de la ley marco sea tal que se refiera a, o en todo caso ponga entre dicho, cierta prohibición de la ley civil, religiosa o divina, o que provoque cierta imposibilidad de aplicar esa ley civil, religiosa o divina". Los monstruos literarios de Soy Leyenda, esa humanidad convertida en vampiros, transgreden la ley natural, divina y religiosa al volver de la muerte, lo cual queda reseñado en la novela cuando su mujer vuelve a la casa después de que su marido (Neville), sepultase su cuerpo muerto en una tumba, tras haber burlado las leyes sanitarias que establecían que los cuerpos muertos debían ser incinerados en una fosa común. Lo cual le otorga preponderancia al cuerpo cadáver o mejor dicho al ritual fúnebre. Asimismo, la noción de Foucault de que el monstruo es lo que combina lo imposible y lo prohibido y que paradójicamente es un principio de inteligibilidad tautológica dado que en el análisis de la anomalía la explicación no remite más que a sí mismo estalla en esta ficción de Matheson. " (…) El mundo ha enloquecido, pensó. Los muertos se pasean por las calles, y no me sorprende. El retorno de los cadáveres es hoy asunto trivial. ¡Con qué rapidez acepta uno lo increíble, si lo ve a menudo!" Sobre el final de la obra, Robert Neville observa los vampiros y manifiesta: "Yo soy el anormal ahora. La normalidad es un concepto mayoritario. Norma de muchos, no de un solo hombre. Y comprendió también, la expresión de aquellos rostros: angustia, miedo horror. Tenían miedo, sí. Era para ellos un monstruo terrible y desconocido, una malignidad más espantosa aún que la plaga. Un espectro invisible que había dejado como prueba de su existencia los cadáveres desangrados de sus seres queridos. Y Neville los comprendió, y dejó de odiarlos. (…) Neville miró los nuevos habitantes de la tierra. No era como ellos. Semejante a los vampiros, era un anatema y un terror oscuro que debían destruir. Y de pronto, nació la nueva idea, divirtiéndolo, a pesar del dolor. (…) se cierra el círculo un nuevo terror nacido de la muerte, una nueva superstición que invade la fortaleza del tiempo. Soy Leyenda" De este modo, el personaje no logra su propósito: "corregir el fenómeno", no alcanza la cura, no es un héroe salvador sino que termina postulándose como "el anormal" en virtud de que es minoría.  
El final.
El juego de opuestos adquiere filtraciones, particularmente en su final: el vampirismo como superstición humana se torna realidad y lo humano se torna superstición, cantidad de anormales se mezcla en la calidad de un normal. Richard Matheson hace trabajar a su personaje en la adquisición del conocimiento científico, que mediante la investigación biológica de la enfermedad hallaría la sanación de la humanidad. Si por momentos la fe en el progreso de la ciencia claudicaba junto a la muerte de Robert Neville se desmorona . Al proclamarse "soy leyenda" el personaje logra definirse a sí mismo como un mito entendido en la acepción más corriente del término. Como señala Paula Sibila: "una de las características que mejor definen al hombre es, precisamente, su indefinición: la proverbial plasticidad del ser humano." . Asimismo, esta autora plantea la hipótesis de que el hombre está llegando a su fin. Dice Sibila: "Plástico, modelable, inacabado, versátil, el hombre se ha configurado de las maneras más diversas a través de las historias y las geografías. Pero han sido las sociedades basadas en la economía capitalista - desarrolladas en el mundo occidental durante los últimos tres siglos - las que inventaron la gama más amplia de técnicas para modelar cuerpos y subjetividades" . Dicha autora, se propone desentrañar las articulaciones socio-económicas y políticas en cuyo seno se desarrollan actualmente los procesos de hibridación orgánico-tecnológica así como las metáforas que suelen a travesarlos e impregnan el sentido común, además de plasmar sus efectos reales en el mundo físico . Todo ello debido a que, la sospecha de que el hombre estaría llegando a su fin se sustenta en la concepción de que la tecnociencia contemporánea constituye un saber fáustico pues anhela superar todas las limitaciones derivadas del carácter material del cuerpo humano, a las que esta entiende como obstáculos orgánicos que restringen las potencialidades y ambiciones de los hombres, de este modo se estaría gestando un nuevo modelo de humanidad. Claro, que Sibila se refiere al fin de una concepción de humanidad y en la obra literaria es el fin de la humanidad literalmente. Finalmente, nos preguntamos junto al personaje de la novela ¿porqué seguir viviendo? ¿porqué el proyecto de vida es "restaurar la humanidad"? Y nos responderemos bajo nociones sartreanas. La primera, porque en el cogito uno no se descubre solamente a sí mismo sino también a los otros. A diferencia de Descartes donde lo indudables es la propia subjetividad, en Sartre nos captamos a nosotros mismos frente al otro. Los espejos juegan un papel importante cuando el personaje plantea que los vampiros no pueden ver la imagen de sí mismos porque sufren aberración, al tiempo que él no puede reconocerse en la mirada de la humanidad convertida en monstruos En segundo término, ser recordará que Robert Neville caviló en la posibilidad de un suicidio, sin embargo se comprometió con un proyecto: salvar la humanidad. (Siguiendo a Sartre es necesario un proyecto para-sí). Y en último lugar, e intentado finalizar aquí, pretender mejorar la humanidad es un buen proyecto, no olvidemos que para Sartre siempre existe la posibilidad de cambiar.

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